Tal vez la muerte sea algo como este vértigo que se extiende sobre tus manos que miro silencio de viernes. Esas sonrisas de tu no sabes ni yo sé de saberes que se desprenden en exhalaciones del entresueño y desaparecen silencio de viernes. Es que morir, querido, es cruzarnos los dedos marcando los tiempos de un silencio que rememora exhalaciones que no sabemos enraizadas en nuestros dedos, que se tejen en nuestros cuerpos que se hieren, que se esconden, que se comen, que se encogen, se secan y humedecen.