Tal vez la muerte sea algo como este vértigo que se extiende sobre tus manos que miro silencio de viernes. Esas sonrisas de tu no sabes ni yo sé de saberes que se desprenden en exhalaciones del entresueño y desaparecen silencio de viernes. Es que morir, querido, es cruzarnos los dedos marcando los tiempos de un silencio que rememora exhalaciones que no sabemos enraizadas en nuestros dedos, que se tejen en nuestros cuerpos que se hieren, que se esconden, que se comen, que se encogen, se secan y humedecen.
1 comentario:
Morí desde mi lejanía, tus piernas se arremolinaban distantes sobre el lodo de mis entrañas... mis costillas rotas no podían sostener el sueño alquímico del amor, fuí deborado por los amantes que picoteaban mi carne podrida e infestada de conceptos... ahora me siento ligero y abarco la noche con una sonrisa... aquí yace, debajo de tu vientre, el embrión de la irrealidad.
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