jueves, 24 de marzo de 2011

Regresos


“Every minute I stay in this room, I get weaker, and every minute Charlie squats in the bush, he gets stronger. Each time I looked around the walls moved in a little tighter”.  
Willard en: Apocalypse now (1979)


Abro los ojos y simulo desorientación. Esto es, saber dónde estoy y preguntarme durante el entre sueño si no estoy en otra parte. De todas formas me levanto. Es difícil. Toco las piernas para asegurarme de que las llagas se encuentran ahí. Todo sucedió, no fue un sueño. Evidentemente todo ya acabó. En cuestión de días las llagas desaparecerán y olvidaré lo que las piernas son capaces de hacer. Podría prolongar la sensación de poder (de poder hacer lo hasta ahora imposible, arrastrar bajo la lluvia durante varios días el miedo y la rabia, hasta el cansancio. Todo sin saber por qué exactamente). Una prolongación... podría ejercitarme, arrodillarme en misa, arrastrar mis muebles... no sé, simular que estoy en otra parte. Irremediablemente cada minuto que pasa mi cuerpo, mis piernas, olvidan lo que pueden llegar a ser (y a hacer).
Me pongo de pie después de susurrar cada uno de mis movimientos -sentarme en la cama, hacer a un lado las sábanas, poner los pies en el suelo, observarlos, ponerse en pie, observar la puerta de la habitación, suspirar, dirigirse en pasos inseguros hacia la ventana, afán por observar la ciudad-. Con la punta de mis dedos hago bailar la cortina. Observo a través de la ventana en el vaivén del velo. Es de día, la ciudad es diferente, ya no es lo mismo, cambié con ella. Todo es el simulacro de algo que está en otra parte y, conforme olvide aquello que sucedió, el simulacro se impondrá en certeza, entonces las llagas desaparecerán

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