lunes, 19 de agosto de 2013

(ESPACIOS) II. El palacio del rey

Estaba ubicada en el motel "El palacio del Rey", era una habitación oscura de ventanas orientadas hacia el patio interior doblemente oscuro. Las paredes eran de color gris azuloso con manchas de barro y grasa, las cortinas de terciopelo rojo estaban cubiertas de una capa de polvo y la cama daba asco, aunque estaba tendida, las sábanas amarillosas no conseguían la gracia de una cama hecha en casa. Solo eché una rápida mirada al baño porque a mi encuentro apareció una cucaracha no tan veloz como para evitar mi portazo en su cara, antenas. Recuerdo que llegué a ese lugar agotada, y no solo por el trajín del viaje, la habitación, como todo el centro de la ciudad, estaba impregnada de un olor a orines que se mezclaba con el sudor, y a pesar de mi profunda aversión descansé dos días en la habitación y recuperé fuerzas para continuar con el trabajo. La ciudad estaba tomada por periodistas y funcionarios de ayuda internacional, una terrible tragedia humanitaria acababa de suceder en el valle del Río Seco. Casi diez niños habían sido mutilados por una pequeña pandilla de unos jóvenes no mucho mayores. Yo debía escuchar a esos pequeños asesinos y luego abrirme paso entre psicólogos y funcionarios para construir alguna hipótesis sobre el comportamiento. La verdad es que yo comprendía tanto el hecho como a la criatura del baño y durante esos dos días también lo dejé en el cuarto del lado sin explicación. 

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