viernes, 3 de octubre de 2008

Los adictos. (Serie letras 2)

En las mañanas abren sus ojos como cerrándolos. Son anónimos por gusto, no porque carezcan de nombre. Pueden controlarse por largos periodos, años enteros. Es la ceguera diaria la que los corrompe. Caminan como siguiendo la partitura de una obra musical que les parece tan tediosa como cualquier canto gregoriano. Lo mismo sucede al hablar y al tocar. El vicio siempre les llega por otros y por letras. Pero no son las letras su objeto de placer. Los adictos de las vidas de otros abren sus ojos cuando sueñan y cuando irrumpen, siempre con la sensación de invadir sin ser visto, las bibliotecas de otros.


Colombina, LA.
Lectores Anónimos.

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